La curiosidad no mató al gato

La curiosidad, entendida como la búsqueda de experiencias nuevas y que supongan un reto, es una capacidad innata del ser humano y de muchos otros seres vivos. Está muy asociada a la felicidad y al placer.

El hecho de dominar un nuevo área de conocimiento es en sí una recompensa. Mientras aprendemos o investigamos algo por lo que sentimos verdadera curiosidad, nuestro cerebro entra en un estado especial de concentración denominado “de flujo” durante el que estamos absolutamente inmersos en la tarea que realizamos.

Basta ver la mirada de un gato cuando algo le cautiva para intuir que, en ese momento, no hay nada en absoluto en su mente al margen del objeto que capta su atención.  Es además un rasgo característico de la infancia y la juventud.

La vejez intelectual empieza cuando se termina la curiosidad.

Como casi todo en los seres humanos, tiene un origen evolutivo. Ha sido y es clave en la supervivencia del hombre por lo que supone de motivación para el aprendizaje. Sin curiosidad, no hay investigación, exploración, pruebas, errores, experimentación, descubrimientos…

Es por ello que los formadores debemos aprender a alimentarla, a generarla y acrecentarla.
El estudio por fuerza de voluntad pura no es aprovechado ni en una mínima fracción  de lo que supone un aprendizaje basado en la curiosidad. Si quieres aprender algo verdaderamente bien, asegúrate primero de sentir verdadero interés.

La curiosidad y la motivación, se pueden fomentar.

Acercarse a un nuevo reto intelectual es como desenredar una madeja de lana. Busca primero uno de los extremos y empieza a desliarla. No intentes abarcarlo todo. Busca pequeños objetivos y recuerda que siempre lo más difícil es empezar.

Cógele el truco a la nueva tarea o situación. Hay que ir averiguando los detalles poco a poco, hasta ir formándonos una idea del conjunto. Lo que en un principio parece inabarcable por su complejidad o extensión, va haciéndose más alcanzable a medida que esos objetivos intermedios van siendo cumplidos.

Es imprescindible disfrutar y saborear los pequeños logros.

A menudo, cuando enseño a programar a personas que no han tenido ninguna experiencia previa con la programación, procuro que, desde la primera clase, puedan realizar un programa. Por muy sencillo que sea. No hago una introducción previa a la sintaxis del lenguaje o las estructuras de control. Intento que se planteen y consigan un objetivo. Que superen un reto.

Con ello incentivo la motivación y, sobre todo, la generación de curiosidad, de modo que sean ellos mismos quienes se pregunten qué habría que hacer para conseguir dar el siguiente paso. Si lo logro, el aprendizaje fluirá de manera natural.

Aprender es en su mayor parte, un acto inconsciente, no fruto de la fuerza de voluntad.

Cuando el reto es demasiado pequeño, aparece el aburrimiento. Si es demasiado complejo, la frustración. Ambos son el principal enemigo de la curiosidad. Acertar con la dificultad adecuada es importante en cualquier aprendizaje. Esto requiere un buen conocimiento tanto de la materia como de los alumnos. O de uno mismo si es que tratamos de aprender por nuestra cuenta.

Después sólo hay que mantener  el círculo virtuoso reto – superación. Cada vez un poco más complejo, pero siempre asegurándonos de que el obstáculo ha sido superado antes de avanzar a la siguiente posición.

He comprobado que la falta de confianza bloquea a menudo tanto el aprendizaje como la curiosidad. Si no crees que puedas aprender, si no te sientes capaz, no lo conseguirás. Tu mismo te niegas el triunfo porque no crees en ti.
Así, el papel del formador pasa también muchas veces por aumentar esa confianza. Los retos deben adaptarse para, antes que nada, asentar y recuperar la seguridad en uno mismo.

Curiosidad, motivación, esfuerzo y constancia son la receta del éxito.
Aburrimiento, frustración e inseguridad la del fracaso.

Este post está dedicado a mis alumnos, de los que tanto he aprendido y sigo aprendiendo cada día, y muy especialmente a los alumnos del Master Digital Business.

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13 Comments

  • Ana Belén Leíño

    Muchas gracias por la parte que me toca Luis. La verdad es que tienes razón.Precisamente ahora me pillas “curioseando” tus apuntes.

  • FJPascu

    Totalmente de acuerdo. La mejor forma de aprendizaje es teniendo curiosidad en lo que se está estudiando, realizando o trabajando, porque eso nos motivará a buscar la forma de mejorarlo y a la vez de disfrutarlo, que es lo más importante.

  • Marta Cabrera

    Eso es lo que diferencia un “buen profesor” de “un profesor”. No es fácil conseguir motivar la curiosidad de los estudiantes sobre todo cuando se tratan temas desconocidos. Y desde luego he de decir que tú, Luis, lo consigues con muchos de nosotros!! Y yo, por eso, te doy las gracias!!

  • marilandez

    Gracias Luis por motivarnos cada día. Es evidente que sabes a la perfección cómo hacerlo

    • Luis Hernández

      Bueno, al menos lo intento :-). Muchas gracias Marina.

  • malimarialicia

    Muchas gracias Luis, nos has ayudado mucho para encaminar y estimular nuestra curiosidad!!!!

    • Luis Hernández

      De verdad que al final me vais a sacar los colores. Gracias a ti Alicia. 🙂

  • María Miralles

    Qué bonito, está escrito de tal manera que parece poesía. Felicidades Luís por despertar mi curiosidad, nunca un post se me ha hecho tan ameno, de hecho, se me hizo corto. Saludos.

    • Luis Hernández

      Muchas gracias María. Definitivamente has conseguido hacerme sonrojar 🙂
      Tu también has despertado mi curiosidad. Me gustaría saber que es exáctamente lo que te ha llevado a comparar este post con una poesía. Creeme que me ha sorprendido a la par que halagado mucho tu comentario.

      • María Miralles

        Vaya sorpresa. Tu curiosidad tiene respuesta, un honor.
        Los párrafos están bien estructurados, los principios y finales de los mismos resultan armoniosos.
        Las comparaciones son elegantes y sutiles, ayudan a la compresión.
        Al leerlo entré en un estado de sosiego y paz, como cuando lees una poesía que te embriaga.
        Felicidades nuevamente.

        • Luis Hernández

          Embriagado me dejas a mi. Humilde y profundamente agradecido por tus palabras.

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