Más allá del número de Dunbar

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¿Con cuántas personas te relacionas?.  ¿Con cuántas crees que podrías llegar a relacionarte?. ¿Existe algún límite?.

Una de mis asignaturas favoritas durante mis estudios universitarios como biólogo, fue Biología de Poblaciones Humanas. En ella estudiábamos a los seres humanos como si de una especie más se tratase; su ciclo vital, evolución, demográfia, epidemiología… Allí es donde oí hablar por primera vez del número de Dunbar y su valor: 150.

Pero vayamos por partes. Los seres humanos, como todos los primates, somos esencialmente sociales. Hemos evolucionado para vivir en comunidades y colaborar por el bienestar común.

La relativamente reciente aparición en Internet de las redes sociales, y su rotundo éxito, se apoya es esta necesidad básica de relacionarnos entre nosotros. Nos facilitan enormemente la comunicación ya que nos permiten sentir cierta cercanía con personas que se encuentran geográficamente alejadas de nosotros, al tiempo que podemos comunicar información de un modo mucho más eficiente.

Sucede que, a medida que ampliamos nuestro círculo social, necesitamos también más tiempo para socializar,  mayor capacidad para recordar las peculiaridades de cada miembro del grupo y también desarrollar las habilidades necesarias  para relacionarnos con todos ellos.

En nuestro cerebro, el neocortex es el encargado de gestionar todos estos vínculos con nuestros congéneres. Y éste es exáctamente igual que era hace 250.000 años. No ha tenido tiempo suficiente para evolucionar desde entonces.

El antropólogo y biólogo evolucionista británico Robin Dunbar, utilizando la correlación hallada entre el número de individuos que componían los diferentes grupos de primates y el volumen de su neocortex, llegó a la conclusión de que los grupos humanos deberían tener un límite máximo de 150 personas para permitir una relación efectiva entre ellos. A esta cifra, se la donomina en su honor número de Dunbar.

Esta teoría se ha comprobado experimentalmente en infinidad de ocasiones: es el número mayor al que llegan las sociedades nómadas o las poblaciones neolíticas, también era el número de una unidad militar en la antigua Roma y en los tiempos modernos desde el siglo XVI.

Así se comprueba que, cuando un grupo supera este número, tiende a perder su cohesión y desestabilizarse más fácilmente. Es también más probable que surjan conflictos de diverso tipo.

Además, a medida que la cantidad de individuos se acerca a esta cifra, el tiempo necesario para socializar aumenta para cada uno de ellos, llegando a absorber hasta el 40% del tiempo disponible.

De hecho, se especula con que la aparición del lenguaje fue una consecuencia de la necesidad de hacer más eficientes estas interacciones. Lo interesante es que hoy día sucede algo parecido con la irrupción de las Redes Sociales. La información puede distribuirse de un modo mucho más eficiente, llegar a más personas y seguir accesible para ser consultada en diferido si tu interlocutor no tiene disponibilidad en el momento de establecerse la comunicación. Incluso la información puede viralizarse, con lo que el número de posibles receptores, se multiplica rápida y exponencialmente. Así se rompen las barreras de nuestro propio círculo social llegando a ser incluso de alcance mundial en algunas casos.

Con estas nuevas herramientas tecnológicas, una vez más, el ser humano expande sus limitaciones anatómicas impuestas por la herencia, para mejorar nuestra capacidad de relacionarnos en cantidad y calidad. Ahora sólo nos resta hacer una utilización igualmente inteligente.

¿Y tu?, ¿te sientes limitado de algún modo en el número de personas con el que puedes socializar?

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photo credit: aquopshilton via photopin cc